Así son las tormentas abrasadoras cazadas en dos mundos lejanos

Los astrónomos han creado el informe meteorológico más detallado hasta la fecha de dos mundos distantes situados más allá del Sistema Solar.

Por la Universidad de Edimburgo

Impresión artística de la enana marrón más cercana a la Tierra.

Ilustración de la enana marrón más cercana a la Tierra. Cortesía: ESO/I. Crossfield/N. Risinger

El estudio internacional, el primero de su tipo, revela las condiciones atmosféricas extremas de los objetos celestes, que están envueltos en remolinos de nubes de arena caliente en medio de temperaturas de 950 °C.

Con la asistencia del telescopio espacial James Webb (JWST) de la NASA, los investigadores se propusieron capturar el clima en un par de enanas marrones, cuerpos cósmicos que son más grande que un planeta, pero no lo suficientemente masivos como para sostener las reacciones nucleares continuas que alimentan a las estrellas.

Las enanas marrones llenan el vacío entre los planetas más grandes y las estrellas más pequeñas. Carecen de la masa necesaria para iniciar la fusión del hidrógeno en su núcleo, que es el proceso que hace que las estrellas brillen. Por esta razón, las enanas marrones son a veces referidas como estrellas fallidas. Estas emiten principalmente luz infrarroja y son difíciles de detectar con telescopios ópticos, pero pueden observarse con telescopios infrarrojos.

Enanas marrones a seis años luz de la Tierra

Las dos enanas marrones objeto de estudio, denominadas colectivamente WISE 1049AB, son los objetos más brillantes y cercanos de su tipo a la Tierra, a unos seis años luz de distancia.

El equipo de astrónomos rastreó la atmósfera de cada enana marrón midiendo las ondas de luz emitidas por sus superficies, que cambian a medida que las regiones más o menos nubosas giran dentro y fuera del campo de visión.

Al visualizar estos datos mediante curvas de luz —un trazado de cómo cambia el brillo de la luz de cada objeto a lo largo del tiempo—, el equipo de astrónomos pudo construir una imagen detallada en 3D de cómo cambiaba el clima de las enanas marrones en el transcurso de una rotación completa o día, entre cinco y siete horas.

Presencia de agua, metano, monóxido de carbono y otros gases en sus atmósferas

El equipo también pudo trazar cómo la luz de cada objeto variaba según la longitud de onda, para demostrar la presencia y la compleja interacción de gases, como el agua, el metano y el monóxido de carbono en sus atmósferas.

Estos datos podrían ayudar a los astrónomos a comprender mejor a las enanas marrones como un posible eslabón perdido entre las estrellas y los planetas, lo que podría aportar nuevos conocimientos sobre ambos.

Al observar la parte infrarroja del espectro luminoso, el James Webb es capaz de registar longitudes de onda de luz bloqueadas por nuestra propia atmósfera. Esta capacidad abre nuevas fronteras en el estudio del universo primitivo, la formación estelar y los denominados exoplanetas, como las enanas marrones, que se encuentran más allá de nuestro sistema solar.

El último estudio se basa en otros anteriores sobre enanas marrones, que se han limitado principalmente a captar instantáneas estáticas de su atmósfera en un solo lado. Este enfoque es limitado, ya que se sabe que las enanas marrones rotan con relativa rapidez y su clima puede variar mucho con el tiempo, afirman los investigadores.

Sus hallazgos allanarán el camino para estudios más detallados de las enanas marrones y otros objetos celestes lejanos.

El estudio, publicado en el Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, ha sido dirigido por la Universidad de Edimburgo (Reino Unido) en colaboración con investigadores del Trinity College de Dublín, la Universidad de Virginia (Estados Unidos) y otros institutos de todo el mundo.

“Nuestros hallazgos demuestran que estamos a punto de transformar nuestra comprensión de mundos más allá del nuestro. Estos conocimientos pueden ayudarnos a comprender las condiciones no solo de objetos celestes como las enanas marrones, sino también de exoplanetas gigantes más allá del Sistema Solar —dice Beth Biller, del Instituto de Astronomía de la Universidad de Edimburgo. Y añade—: Con el tiempo, las técnicas que estamos perfeccionando aquí podrían permitir las primeras detecciones de condiciones meteorológicas en planetas habitables como el nuestro, que orbitan alrededor de otras estrellas”. ▪️

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