¿Qué tiene que ver la extinción de los dinosaurios con el vino?

Semillas de uva de hace sesenta millones de años de antigüedad revelan cómo la muerte de los dinosaurios pudo haber allanado el camino para que la familia a la que pertenece la vid se diseminara por todo el mundo.

Por el Museo Field de Historia Natural

La extinción de los dinosaurios favoreció la dispersión de las semillas de la vid.

La extinción de los dinosaurios favoreció la dispersión de las semillas de la vid. Imagen generada con Copilot

Cada vez que disfrutas comiendo pasas o bebiéndote un vaso de mosto o de vino, puede que, en parte, tengas que agradecérselo a la extinción de los dinosaurios. Un equipo de científicos acaban de anunciar en la revista Nature Plants que han hallado semillas de uva fósiles de hace entre 60 y 19 millones de años de antigüedad en Colombia, Panamá y Perú.

Una de estas especies representa el ejemplo más antiguo conocido de plantas de la familia a la que pertenece la vid en el hemisferio occidental. Estas semillas fósiles ayudan a mostrar cómo se extendió la familia de las vitáceas en los años posteriores a la muerte de los dinosaurios.

Las vitáceas (Vitaceae) son una familia de angiospermas —plantas con flores— leñosas, principalmente lianas provistas de zarcillos, que incluye alrededor de catorce géneros y unas ochocientas especies. Esta familia es conocida principalmente por incluir la vid (Vitis vinifera), la planta de la que se obtiene la uva —una baya ovoide— y, por ende, el vino.

Los primeros fósiles conocidos de semillas de uva se encontraron en la India y tienen 66 millones de años de antigüedad

"Estas se erigen como las uvas más antiguas jamás encontradas en esta parte del mundo, y son unos pocos millones de años más jóvenes que las más antiguas jamás encontradas en el otro lado del planeta —dice Fabiany Herrera, curadora de Paleobotánica en el Museo Field, en el Centro de Investigación Integrativa Negaunee de Chicago, y autora principal del artículo en Nature Plants. Y añade—: Este descubrimiento es importante porque muestra que después de la extinción de los dinosaurios, las uvas realmente comenzaron a extenderse por todo el mundo".

Es raro que los tejidos blandos como las frutas se conserven en forma de fósiles, por lo que la comprensión de los científicos sobre las frutas antiguas a menudo proviene de las semillas, que tienen más probabilidades de fosilizar. Los primeros fósiles conocidos de semillas de vitácea se encontraron en la India y tienen 66 millones de años de antigüedad.

No es una coincidencia que las vitáceas aparecieran en el registro fósil hace 66 millones de años, que fue alrededor de cuando un enorme asteroide golpeó la Tierra, lo que desencadenó una extinción masiva que alteró el curso de la vida en el planeta. "Siempre pensamos en los animales, los dinosaurios, porque fueron los más afectados, pero el evento de extinción también tuvo un gran impacto en las plantas— puntualiza Herrera. Y añade—: El bosque se reinició a sí mismo, de una manera que cambió la composición de las plantas".

Lithouva: la uva fósil más antigua del hemisferio occidental, con ~60 millones de años de antigüedad en Colombia.

Lithouva: la uva fósil más antigua del hemisferio occidental, con unos 60 millones de años de antigüedad. Fue hallada en Colombia. La imagen superior muestra el fósil acompañado de una reconstrucción por tomografía computarizada. Abajo, la reconstrucción del artista. Crédito: Fabiany Herrera (fotos) y Pollyanna von Knorring (ilustraciones).

Herrera y sus colegas plantean la hipótesis de que la desaparición de los dinosaurios podría haber contribuido a trastocar los bosques. "Se sabe que los grandes animales, como los dinosaurios, alteran los ecosistemas que los rodean. Creemos que si había grandes dinosaurios vagando por el bosque es probable que derribaran árboles. De este modo, mantendrían las masas boscosas más abiertos de lo que están en la actualidad —dice Mónica Carvalho, coautora del artículo y conservadora adjunta del Museo de Paleontología de la Universidad de Míchigan. Y continúa—: Pero sin grandes dinosaurios que los podaran, algunos bosques tropicales, como los de Sudamérica, se hicieron más frondosos, con capas de árboles que formaban un sotobosque y un dosel.

Estos nuevos y densos bosques ofrecían una oportunidad. "En el registro fósil, comenzamos a ver más plantas que usan la estrategia trepadora para subir por los árboles, como las vides, en aquella época —dice Herrera. Y añade—: La diversificación de aves y mamíferos en los años posteriores a la extinción masiva [extinción masiva del Cretácico-Paleógeno (K–Pg)] también puede haber ayudado a las uvas al esparcir sus semillas”.

En 2013, el director de doctorado de Herrera y autor principal del nuevo artículo, Steven Manchester, publicó un artículo que describía el fósil de la semilla de vitácea más antiguo conocido, procedente de la India. Si bien nunca se habían encontrado vitáceas fósiles en América del Sur, Herrera sospechaba que también podrían estar allí.

Una semilla diminuta

Pero en 2022, Herrera y su colega Mónica Carvalho estaban realizando un trabajo de campo en los Andes colombianos cuando un fósil llamó la atención de Carvalho. "Me miró y me dijo: '¡Fabiany, una uva!’ Y entonces lo miré y pensé: 'Dios mío'. Fue muy emocionante— recuerda Herrera. Y añade—: El fósil estaba en una roca con 60 millones de años de antigüedad, lo que lo convierte no solo en el primer fósil sudamericano de una vitácea, sino también en uno de los fósiles de esta familia más antiguos del mundo.

La semilla fósil es diminuta, pero Herrera y Carvalho pudieron identificarla por su forma, tamaño y otras características morfológicas. De vuelta al laboratorio, realizaron tomografías computarizadas que mostraban su estructura interna y confirmaron su identidad. El equipo bautizó al fósil Lithouva susmanii, uva de piedra de Susman, en honor de Arthur T. Susman, un defensor de la paleobotánica sudamericana en el Museo Field.

"Esta nueva especie también es importante porque apoya un origen sudamericano del grupo en el que evolucionó la vid común Vitis", dice el coautor Gregory Stull, del Museo Nacional de Historia Natural.

Fabiany Herrera sostiene el fósil de uva más antiguo del hemisferio occidental.

Fabiany Herrera sostiene el fósil de uva más antiguo del hemisferio occidental. Foto: Fabiany Herrera

El equipo realizó nuevos trabajos de campo en América Central y del Sur y, en el artículo publicado en Nature Plants, Herrera y sus coautores describen nueve nuevas especies de vitáceas fósiles de Colombia, Panamá y Perú, con una antigüedad de entre 60 y 19 millones de años.

Estas semillas fosilizadas no solo cuentan la historia de la expansión de las vitáceas por el hemisferio occidental, sino también de las numerosas extinciones y dispersiones que ha sufrido la familia a la que pertencen las vides. Los fósiles son solo parientes lejanos de las uvas autóctonas del hemisferio occidental y algunos, como las dos especies del género Leea, únicamente se encuentran en el hemisferio oriental.

Su posición en el árbol genealógico de las vitáceas indica que su evolución ha sido tumultuosa. "El registro fósil nos dice que las vitales son un orden muy resistente. Es un grupo que ha sufrido muchas extinciones en la región de América Central y del Sur, pero también ha conseguido adaptarse y sobrevivir en otras partes del mundo", afirma Herrera.

Mónica Carvalho, con el fósil de semilla de uva.

Mónica Carvalho, con el fósil de una semilla de Lithouva susmanii. Foto: Fabiany Herrera

Dada la extinción masiva a la que se enfrenta actualmente nuestro planeta, Herrera dice que estudios como este son valiosos porque revelan patrones sobre cómo se desarrollan las crisis de biodiversidad. "Pero la otra cosa que me gusta de estos fósiles es que estas pequeñas y humildes semillas pueden decirnos mucho sobre la evolución del bosque", dice Herrera. ▪️

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